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LA MASTURBACIÓN

Los problemas de la masturbación.

Algunos que ostensiblemente profesan el cristianismo no comprenden el pecado del abuso propio [masturbación] y sus resultados inevitables. Un hábito inveterado ha cegado su entendimiento. No se dan cuenta del carácter excesivamente pecaminoso de este pecado degradante (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 254).

Jóvenes y niños

Jóvenes y niños de ambos sexos participan de la contaminación moral y practican el asqueroso vicio solitario destructor de cuerpo y alma. Muchos de los que profesan ser cristianos están tan atontados por la misma práctica que sus sensibilidades morales no pueden ser despertadas para comprender que es pecado, y que si persisten en ello, terminarán de seguro por destruir completamente el cuerpo y la 414 mente. ¡El hombre, el ser más noble de la tierra, formado a la imagen de Dios, se transforma en una bestia, se embrutece y corrompe! Cada cristiano tendrá que aprender a refrenar sus pasiones y a guiarse por los buenos principios. A menos que lo haga, es indigno del nombre de cristiano (Id., págs. 253, 254).

La corrupción moral ha hecho más que cualquier otro mal para causar la degeneración de la raza humana. Su práctica se ha extendido alarmantemente y provoca enfermedades de casi cualquier descripción. Aun niñitos muy pequeños, infantes, nacidos con una irritabilidad natural de sus órganos sexuales, encuentran alivio momentáneo al manosearlos, lo que tan sólo aumenta la irritación y los lleva a repetir el acto hasta que se establece un hábito que aumenta con el crecimiento de ellos (Testimonies tomo 2, pág. 391).

Hay algunos niños que han desarrollado mucho las facultades morales y que, al relacionarse con niños que practican la masturbación, se inician en este vicio. El efecto en los tales con demasiada frecuencia es volverlos melancólicos, irritables y celosos. Sin embargo, los tales quizá no pierdan su respeto por el culto religioso y quizá no muestren una incredulidad especial en cuanto a las cosas espirituales. A veces sufren agudamente de remordimiento y se sienten degradados ante su propia vista y pierden su respeto propio (Id., pág. 392).

Ejemplo

El señor ----------- profesaba ser un consagrado seguidor de Cristo. Su salud estaba muy débil. Nuestra simpatía se despertó en favor de él. . . .

Su caso me fue mostrado en visión. Vi que estaba engañado en cuanto a si mismo, que no disfrutaba del favor de Dios. Había practicado la masturbación hasta el punto de ser un mero despojo humano. Me fue mostrado que este vicio es una abominación a la vista de Dios. . . .

Había practicado esos hábitos por tanto tiempo, que parecía haber perdido el dominio propio. Era naturalmente inteligente, poseía habilidades más que comunes. Pero ¡cómo habían sido puestas bajo el dominio de Satanás y consumidas ante su altar todas sus facultades corporales y mentales!

Este hombre había llegado al punto de que parecía estar abandonado por Dios. Se iba a los bosques y pasaba días y noches en ayuno y oración para poder vencer ese gran pecado, y luego volvía a sus viejas prácticas. Dios no escuchaba sus oraciones. Pedía a Dios que hiciera para él lo que había estado en su poder hacer por sí mismo. Había hecho promesas a Dios vez tras vez, y frecuentemente había quebrantado sus votos y se había entregado a sus propias concupiscencias corruptas, hasta el punto de que Dios lo había dejado para que realizara su propia ruina. Ya ha muerto. Fue un suicida. La pureza del cielo nunca se malogrará con su compañía (Appeal to Mothers, págs. 24-28).

Ejercicio físico

En extenso grado se exime [a los jóvenes] de ejercicio físico por temor a que trabajen demasiado. Los padres mismos llevan las cargas que sus hijos debieran llevar. Es malo trabajar con exceso, pero los resultados de la indolencia son más temibles. La ociosidad conduce a la práctica de hábitos corrompidos. La laboriosidad no cansa ni agota una quinta parte de lo que rinde el hábito pernicioso del abuso propio [masturbación]. Si el trabajo sencillo y bien regulado agota a vuestros hijos, tened la seguridad, padres, de que hay, además del trabajo, algo que enerva su organismo y les produce una sensación de cansancio continuo. Dad a vuestros hijos trabajo físico para que pongan en ejercicio los nervios y los músculos. El cansancio que acompaña a un trabajo tal, disminuirá su inclinación a participar en hábitos viciosos (Joyas de los Testimonios, tomo 1, págs. 255, 256).

Es pecado

Algunos que ostensiblemente profesan el cristianismo no comprenden el pecado de la masturbación y sus resultados inevitables. Un hábito inveterado ha cegado su entendimiento. No se dan cuenta del carácter excesivamente pecaminoso de este pecado degradante que debilita y destruye su fuerza nerviosa y cerebral. Los principios morales se debilitan excesivamente cuando están en conflicto con un hábito inveterado. Los solemnes mensajes del Cielo no pueden impresionar con fuerza el corazón que no está fortificado contra la práctica de este vicio degradante. Los nervios sensibles del cerebro han perdido su tonicidad por la excitación mórbida destinada a satisfacer un deseo antinatural de complacencia sensual. Los nervios del cerebro que relacionan todo el organismo entre sí son el único medio por el cual el Cielo puede comunicarse con el hombre, y afectan su vida más íntima. Cualquier cosa que perturbe la circulación de las corrientes eléctricas del sistema nervioso, disminuye la fuerza de las potencias vitales, y como resultado se atenúa la sensibilidad de la mente. En consideración de estos hechos, ¡cuán importante es que los ministros y la gente que profesan piedad se conserven sin mancha de este vicio degradante!

Mi alma cayó postrada por la angustia cuando se me reveló la condición débil de los que profesan pertenecer al pueblo de Dios. Abunda la iniquidad, y el amor de muchos se enfría. Son tan sólo pocos los cristianos profesos que consideran este asunto según la debida luz y que ejercen el dominio debido sobre sí mismos cuando la opinión pública y las costumbres no los condenan. ¡Cuán pocos refrenan sus pasiones porque se sienten bajo la obligación moral de hacerlo, y porque el temor de Dios está ante sus ojos! Las facultades superiores del hombre están esclavizadas por el apetito y las pasiones corruptas. Algunos reconocerán el mal de las prácticas pecaminosas y, sin embargo, se disculparán diciendo que no pueden vencer sus pasiones. Esta es una admisión terrible de parte de una persona que lleva el nombre de Cristo. "Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo" (2 Timoteo 2: 19). ¿Por qué existe esta debilidad? Es porque las propensiones animales han sido fortalecidas por el ejercicio, hasta que han prevalecido sobre las facultades superiores. A los hombres y mujeres les faltan principios. Están muriendo espiritualmente porque han condescendido durante tanto tiempo con sus apetitos naturales que su dominio propio parece haber desaparecido. Las pasiones inferiores de su naturaleza han empuñado las riendas, y la que debiera ser la facultad dominante se ha convertido en la sierva de la pasión corrupta. Se mantiene al alma en la servidumbre más abyecta. La sensualidad ha apagado el deseo de santidad, y ha agostado la prosperidad espiritual.

La masturbación.

Jóvenes y niños de ambos sexos participan de la contaminación moral, y practican el asqueroso vicio solitario destructor de cuerpo y alma.

Muchos de los que profesan ser cristianos están tan atontados por la misma práctica que sus sensibilidades morales no pueden ser despertadas para comprender que es pecado, y que si persisten en ello terminarán de seguro por  destruir completamente el cuerpo y la mente. ¡El hombre, el ser más noble de la tierra, formado a la imagen de Dios, se transforma en una bestia, se embrutece y corrompe!

Cada cristiano tendrá que aprender a refrenar sus pasiones y a guiarse por los buenos principios. A menos que lo haga, es indigno del nombre de cristiano.

Algunos que ostensiblemente profesan el cristianismo no comprenden el pecado del abuso propio y sus resultados inevitables. Un hábito inveterado ha cegado su entendimiento. No se dan cuenta del carácter excesivamente pecaminoso de este pecado degradante que enerva y destruye su fuerza nerviosa y cerebral.

Los principios morales se debilitan excesivamente cuando están en conflicto con un hábito inveterado. Los solemnes mensajes del cielo no pueden impresionar con fuerza el corazón que no está fortificado contra la práctica de este vicio degradante. Los nervios sensibles del cerebro han perdido su tonicidad por la excitación mórbida destinada a satisfacer un deseo antinatural de complacencia sensual. Los nervios del cerebro que relacionan todo el organismo entre sí son el único medio por el cual el cielo puede comunicarse con el hombre, y afectan su vida más íntima.

Cualquier cosa que perturbe la circulación de las corrientes eléctricas del sistema nervioso, disminuye la fuerza de las potencias vitales, y como resultado se atenúa la sensibilidad de la mente. -1JT 253, 254 (1870).

Algunos niños comienzan a practicar la contaminación propia en su infancia; y al aumentar en años las pasiones lujuriosas crecen con su crecimiento y se fortalecen con su fuerza. Sus mentes no están tranquilas. Las señoritas desean la compañía de los varones, y los varones la de las niñas. Su comportamiento no es reservado ni modesto. Son atrevidos y audaces y se toman libertades indecentes. El hábito del abuso propio ha rebajado sus mentes y ha manchado sus almas. -2T 481 (1870).

La masturbación destruye el respeto propio.

El efecto de hábitos tan degradantes no es el mismo sobre las diversas mentes. Hay algunos niños que tienen sus facultades morales grandemente desarrolladas, quienes, por su asociación con niños que practican la masturbación, se inician en ese vicio. El efecto sobre ellos con demasiada frecuencia los vuelve melancólicos, irritables y celosos; pero pueden no perder el respeto por la adoración religiosa y pueden no mostrar Incredulidad especial con respecto a las cosas religiosas. A veces sufrirán agudamente sentimientos de remordimiento y se sentirán degradados ante sus propios ojos y perderán su respeto propio.- 2T 392 (1870).

La masturbación rebaja la mente.

Algunos niños comienzan la práctica de la contaminación propia [masturbación] en su infancia; y al aumentar su edad las pasiones lujuriosas crecen con su crecimiento y se fortalecen con su fuerza. Sus mentes no descansan. Las niñas desean la compañía de los varones, y los varones la de las niñas. Su conducta no es reservada y modesta. Son atrevidos y osados, y se tornan libertades indecentes. El hábito de la masturbación ha rebajado sus mentes y manchado sus almas. Los pensamientos viles, y la lectura de novelas, historias de amor, y libros bajos excitan su imaginación, y satisfacen sus mentes depravadas.

No les gusta el trabajo, y cuándo tienen que hacerlo se quejan de cansancio; les duele la espalda, les duele la cabeza. ¿No hay motivo suficiente para esto? ¿Están cansados por causa del trabajo? ¡No, no! Sin embargo sus padres complacen a estos niños por sus quejas y los liberan del trabajo y la responsabilidad. Esto es lo peor que podrían hacerles. De este modo les quitan casi la única barrera que impide que Satanás tenga libre acceso a sus mentes debilitadas. El trabajo útil en alguna medida sería una salvaguardia contra el decidido control que sobre ellos quiere ejercer Satanás. -2T 481 (1870).

Destrucción de las resoluciones elevadas y la vida espiritual.

El vicio secreto es el destructor de las resoluciones elevadas, el esfuerzo ferviente y la fuerza de voluntad para formar el buen carácter religioso. Los que tienen una verdadera comprensión de lo que significa ser cristiano, saben que los seguidores de Cristo, como discípulos suyos, están en la obligación de dominar todas sus pasiones y colocar sus facultades físicas y mentales en perfecta sumisión a la voluntad de Cristo. Los que están dominados por sus pasiones, no pueden ser seguidores de Cristo. Están demasiado entregados al servicio de su maestro, el originador de todo mal, para dejar sus hábitos corruptos y escoger servir a Cristo.- AM 9, 10; (CN, 418, 419).

Agotamiento de la energía vital

La práctica de hábitos secretos ciertamente destruye las fuerzas vitales del organismo. Toda acción innecesaria de algo vital será seguida por su correspondiente depresión. Entre los jóvenes, el capital vital -el cerebro- es tan severamente abrumado en los primeros años, que se produce una deficiencia y un gran agotamiento que acaba exponiendo al organismo a diversas enfermedades.

Fundamento de futuras enfermedades.-

Si la práctica  continúa después de los 15 años, la naturaleza protestará contra el abuso que ha sufrido, continuará sufriendo, y les hará pagar el castigo por la trasgresión de sus leyes, especialmente de los 30 a los 45 años, mediante numerosos dolores en el organismo y diversas enfermedades, como afecciones al hígado y los pulmones, neuralgia, reumatismo, afecciones a la columna vertebral, enfermedades de los riñones y tumores cancerosos. Una parte de la magnífica maquinaria de la naturaleza se resiente haciéndola tarea más pesada para el resto, lo que provoca un desorden en el excelente ajuste de la naturaleza y, con frecuencia, hay un súbito colapso del organismo y el resultado es la muerte.- AM 18; (CN 417).

Resultados de la masturbación.

Las mujeres poseen menos fuerza vital que el sexo opuesto, y se hallan mucho más privadas del aire tonificante y vigorizador por tener que vivir dentro de casa. El resultado de la masturbación se manifiesta en diversas enfermedades como catarro, hidropesía, dolores de cabeza, pérdida de la memoria y la vista, gran debilidad en la espalda y hombros, afecciones a la columna vertebral y, a menudo, deterioro cerebral. Tumores cancerosos que se han mantenido latentes en el organismo por largo tiempo se inflaman y comienzan su obra consumidora y destructora. Frecuentemente, la mente se arruina totalmente, y sobreviene la locura".- * AM 27.

Pidió que se orara por su curación.-

Mi esposo y yo asistimos una vez a una reunión donde se despertó nuestra simpatía por un hermano que estaba gravemente afectado de tuberculosis. Estaba pálido y demacrado. Pidió las oraciones del pueblo de Dios. Dijo que su familia estaba enferma y que había perdido un hijo. Habló con sentimiento de su duelo. Dijo que había estado esperando durante algún tiempo ver a los hermanos White. Había creído que si  oraban por él, sería sanado. Después de terminada la reunión, los hermanos nos llamaron la atención al caso. Confirmaron que la iglesia los estaba ayudando, que su esposa estaba enferma y que su hijo había muerto. Los hermanos se habían reunido en su hogar y se habían unido en oración por la familia afligida, Estábamos muy cansados, sentíamos que pesaba la carga del trabajo sobre nosotros durante la reunión y queríamos que se nos excusara. Yo había resuelto no orar por nadie, a menos que el Espíritu del Señor se manifestara en el asunto...

Esa noche nos postramos en oración y presentamos su caso delante del Señor. Suplicamos para que pudiéramos saber la voluntad de Dios acerca de él. Todo lo que deseábamos era que Dios pudiera ser glorificado. ¿Quería el Señor que orásemos por ese hombre afligido? Dejamos la carga con el Señor y nos retiramos a descansar. El caso me fue presentado claramente en un sueño. Me fue mostrado su proceder desde su niñez en adelante y que, si orábamos, el Señor no nos oiría pues ese hermano mantenía iniquidad en su corazón. A la mañana siguiente el hombre vino para que oráramos por él. Lo llevamos aparte y le dijimos que lo sentíamos, pero estábamos obligados a rehusar su pedido. Le conté mi sueño, que él reconoció como verdadero. Había practicado la masturbación desde su mocedad y había continuado practicándola durante su vida matrimonial, pero dijo que trataría de apartarse de ella. Este hombre tenía un hábito inveterado que vencer. Ya estaba en la edad madura de su vida. Sus principios morales estaban tan débiles que cuando entraron en conflicto con esa complacencia inveterada, fueron vencidos...

He aquí un hombre que se degradaba diariamente y, sin embargo, se atrevía a ir ante la presencia de Dios y pedir que le aumentara la fuerza que él había malgastado vilmente y que, si se le concedía, la usaría en su concupiscencia. ¡Qué tolerancia tiene Dios! Si él tratara a los hombres de acuerdo con sus caminos corruptos, ¿quién podría vivir ante su vista? ¿Qué habría sucedido si hubiéramos sido menos precavidos y hubiéramos presentado el caso de este hombre delante de Dios mientras practicaba la iniquidad? ¿Nos habría oído el Señor? ¿Habría contestado? "Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; el malo no habitará junto a ti. Los insensatos no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad"... Este no es un caso solitario. La relación matrimonial no fue suficiente para preservar a este hombre de los hábitos corruptos de su juventud. ¡Ojala pudiera yo ser convencida de que son raros los casos como el que he presentado, pero sé que son frecuentes! -2T 349-351; (CN 423, 424).