LO QUE APRENDÍ ACERCA DE DIOS

Han pasado veinte años desde que me di cuenta, a los dieciséis, de que la única vida que valía la pena vivir era la vida dedicada a Jesucristo. Desde entonces he aprendido algunas cosas acerca de Dios, aunque no tantas como las que debiera haber aprendido en veinte años.

Sin duda, lo más importante que aprendí es que ¡Dios es absolutamente digno de confianza! La mayoría de nosotros lamenta que ocasionalmente —o mejor dicho frecuentemente — nuestras emociones nos traicionen y nos hagan hacer cosas contrarias a nuestro buen juicio. Muchas veces fracasamos en el cumplimiento de nuestras responsabilidades, y así desilusionamos a las personas. Dios nunca lo hace. El nunca fracasa. El siempre sale adelante. El es digno de toda nuestra confianza. ¿Has pensado alguna vez por qué?

Por sus buenas intenciones

Dios siempre tiene en su corazón nuestros mejores intereses. Al ser El la expresión misma del amor, está interesado en darnos lo que es mejor en cada momento de nuestras vidas. Ahora bien, ésta es una declaración tan grande como una ballena. Para muchas personas puede ser demasiado grande para tragársela, porque a causa de haber soportado algunas situaciones difíciles, se resisten a creerla. Y tú, ¿qué opinas respecto de esto? Quizás eres uno de los que dicen: “No puedo creer que Dios es amor después de lo que acaba de sucederme”.

En cierta ocasión Dios dijo a un pueblo que sufría: “Te he amado con amor eterno; por eso te sigo tratando con bondad”. Para entender cómo Dios puede amar y permitir el sufrimiento, necesitamos considerar algunos otros aspectos de su carácter.

Por su visión global

Los teólogos la llaman omnisciencia. Esto significa que cuando Dios está obrando en nuestro favor tratando de resolver un problema, ve todos los ángulos a la vez y sabe lo que es mejor para nosotros.

Primeramente, El quiere lo mejor. Luego, El sabe lo que es mejor. aunque no entendamos lo que hace. A veces nos frustramos cuando vemos que nuestra vía está bloqueada, pero Dios ve desde arriba, y sabe que hay enemigos y peligros más adelante en el camino que estamos por elegir.

El sabe que, en otras ocasiones, necesitamos aprender a encarar los problemas y los enemigos para desarrollar y fortalecer nuestro carácter; por eso nos deja seguir por caminos que nos conducen a dificultades. El dijo: “Porque mis ideas no son como las de ustedes, y mi manera de actuar no es como la suya. Así como el cielo está por encima de la tierra, así también mis ideas y mi manera de actuar están por encima de las de ustedes”.

La única cosa que puede hacer variar los resultados que Dios planea es nuestra reacción a los problemas que enfrentamos. Por eso a veces El nos prueba.

Cuando Abrahán y Sara eran demasiado viejos para tener niños, Dios les dio un hijo. Por medip de ese hijo El prometió bendecir al mundo. Pero un día Dios pidió a Abrahán que sacrificara a Isaac, y cuando comprobó que Abrahán lo amaba y confiaba suficientemente en El como para hacerlo, le dijo: “No le hagas ningún daño al muchacho, porque ya sé que tienes temor de Dios, pues no te negaste a darme tu único hijo”

¿Cómo te está yendo en las pruebas que Dios permite en tu vida? ¿Qué has aprendido acerca de El últimamente? ¿Qué ha aprendido Dios acerca de ti?

Por su poder increíble

Dios se especializa en imposibilidades. El quiere lo mejor, sabe lo que es mejor y puede hacer lo mejor.

¡Ningún dilema es demasiado difícil como para que Dios no lo solucione, si se lo permitimos! Hijos rebeldes, padres que no comprenden, esposos que beben o trabajan demasiado, tentaciones irresistibles, una vida difícil, dolor, enfermedad, muerte; todas éstas son cosas para poner en las manos de Dios. Ninguna persona. organización, ejército o nación, ni siquiera el diablo mismo es capaz de vencer a quien está protegido por Dios, por muy vulnerable que sea.

El lugar más seguro en el mundo es el centro de la voluntad de Dios, ya sea en medio de una tribu de caníbales, en la línea de fuego de una batalla, en un avión supersónico o en un taxi en Río de Janeiro.

Dios prometió a Josué: “Nadie te podrá derrotar en toda tu vida, y yo estaré contigo. . . sin dejarte ni abandonarte jamás”.

Por sus firmes promesas

Dios quiere, sabe, puede y hará lo mejor para nosotros. Dios hizo siempre tratos con la humanidad, llamados alianzas o pactos por los escritores de la Biblia. De acuerdo con estos convenios, si ambas partes cumplían su deber, la alianza permanecía para siempre y resultaba en beneficios eternos. Dios (una de las partes) nunca ha faltado en el cumplimiento de sus obligaciones. El dijo a Jeremías: “En efecto, voy a estar atento a que mis palabras se cumplan”.5 Necesitamos leer las promesas de Dios en la Biblia, descubrir y hacer lo que El pide de nosotros. Dios no dejará de cumplir ni una sola palabra de sus promesas. El hombre (la otra parte) ha fracasado muchas veces y ha debido sufrir las consecuencias.

Por su paciencia

Dios espera hasta que estemos listos para aceptar lo que es mejor para nosotros. El nos ha dado el derecho de hacer nuestras propias decisiones, y muchas veces nos mantiene bajo su completa tutela hasta el momento en que estemos preparados para hacer decisiones correctas. A veces pensamos que nos hemos extraviado demasiado, que no hay más esperanza. Nos rendimos. Es entonces cuando Dios comienza a obrar.

Mientras el hijo pródigo estaba lejos del hogar, en las ciudades mundanas de los tiempos bíblicos, su hermano se quedó en casa trabajando y mostró una actitud indiferente a su partida. Pero el padre nunca perdió la esperanza de que el joven rebelde volviera. Finalmente, el muchacho, desesperado y quebrantado, tomó el polvoriento camino del arrepentimiento. “Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión de él. Corrió a su encuentro, y lo recibió con abrazos y besos”.6 En esta historia Jesús nos muestra lo que es Dios: un padre tierno y perdonador, con el corazón destrozado por nuestra rebeldía, de pie’ al borde del camino con la esperanza de ver regresar al hijo perdido.

Por su justicia

Dios es justo con nosotros. Muchos hijos se han sentido profundamente heridos cuando sus padres cometieron injusticias con ellos. A veces, toda una vida de rebelión ha sido encendida por un instante de favoritismo. Este es un temor que no debemos tener respecto de Dios. El es justo. Premia lo bueno y castiga lo malo. “No te enojes por causa de los malvados, ni sientas envidia de los malhechores, pues pronto se secan, como el heno; ¡se marchitan como la hierbal Confía en el Señor y haz lo bueno, vive en la tierra y mantente fiel. Ama al Señor con ternura y él cumplirá tus deseos más profundos” .

Hay muchas otras cualidades que nos muestran que Dios es digno de confianza: su misericordia, su eternidad, su inmutabilidad, su sensibilidad, su santidad y su fidelidad. Cada uno de estos atributos merecería un comentario más amplio. Pero es hora de responder algunas inquietudes que posiblemente hayan surgido en tu mente. Tal vez estés diciendo para tus adentros: “Está bien, este Dios parece grande, pero pongamos los pies en la tierra. Vivimos en mundos diferentes. Dios ha hecho grandes cosas por otros, pero, ¿las haría también por mí?”. El considera y resuelve los problemas que le son llevados. Sólo es responsable de tener cuidado de las vidas que han sido puestas en sus manos. Mientras insistamos en vivir nuestra propia vida, El nos dejará hacer. No se inmiscuirá mientras no lo invitemos.

Yo traté de vivir mi propia vida. Casi la llevé al caos completo por la época en que contaba dieciséis años. Pero a pesar dé lo que esto podría haber significado, fui más afortunado que otros. Cuando invité a Jesucristo a mi vida y comencé a vivir para El, las cosas cambiaron. El comenzó a hacer conmigo cosas increíbles. Es por eso que digo que es digno de toda confianza. ¡Ha sido tan fiel conmigo!

En algunas ocasiones traté de dejarlo guiar la línea general de mi vida, mientras yo manejaba los detalles. No funcionó. Era como si Dios me hubiera dicho: “Está bien, ¿quieres tratar con este problema por un tiempo? Hazlo. Yo no meteré la mano, pero cuando fracases estaré aquí. Entonces tendrás que sacar tus manos del asunto”.

Jesucristo quiere ser el Señor de tu vida. El es el Hijo de Dios. Hazlo Señor y lo tendrás como Salvador.

¿Cómo puedes lograr esto? Dile que estás cansado de vivir tu propia vida y que sientes mucho el haber puesto tus propios intereses por encima de los suyos. La mentira, el robo, la inmoralidad, el odio, el orgullo, la ira, la mala voluntad, son expresiones de una vida desorientada y autocomplaciente. Confiesa tus pecados y propón en tu corazón no cometerlos de nuevo. Decídete a vivir para Dios y hacer las cosas que lo satisfacen. Cree que al abandonar tu vida pasada, Jesucristo te dará una nueva. “Por lo tanto, el que está unido a Cristo es una nueva persona. Las cosas viejas pasaron; lo que ahora hay, es nuevo”.

La felicidad nos elude cuando la perseguimos. Cuando encontramos a Dios, ella viene como resultado, a veces cuando menos la esperamos. Aquí hay una fórmula para que uses en todo momento: “Pon tu vida en las manos del Señor; confía en él. y él vendrá en tu ayuda”.

Si, Dios es digno de toda tu confianza. Él tendrá buen cuidado de todo lo que entregues en sus manos.

George R. Foster