La disciplina en la escuela de Cristo hará que la iglesia repose sobre el brazo de su Amado. Los redimidos del Señor llegarán finalmente a Sion con cantos y gozo eterno, con triunfo y victoria. Toda la hueste angélica cantará con regocijo por ellos. ¿Pero cuáles son los requisitos de nuestra ciudadanía? "Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas en la ciudad" (Manuscrito 7a, 1896).
Entonces los portales de la ciudad de Dios se abren de par en par, y la muchedumbre angélica entra por ellos en medio de una explosión de armonía triunfante.
Con gozo inefable, los principados y las potestades reconocen la supremacía del Príncipe de la vida. La hueste angélica se postra delante de él, mientras que el alegre clamor llena todos los atrios del cielo: "¡Digno es el Cordero que ha sido inmolado, de recibir el poder, y la riqueza, y la sabiduría, y la fortaleza, y la honra, y la gloria, y la bendición!'*
Escuchad sus voces cuando cantan resonantes hosanas mientras agitan las palmas de la victoria. Una música hermosa llena el cielo cuando sus voces entonan estas palabras: "Digno, digno es el Cordero que fue inmolado y resucitó para siempre. Salvación a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero". Y la hueste angélica, ángeles y arcángeles, querubines cubridores y gloriosos serafines, repiten el estribillo de aquel canto gozoso y triunfal diciendo: "Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos" (Apoc. 7: 12). *
Los que venzan al gran enemigo de Dios y el hombre con la fortaleza de Cristo, ocuparán un puesto en las cortes celestiales superior al de los ángeles que nunca cayeron . . . Porque no puede haber mayor gozo que el que se encuentra en Cristo.-GCB T3, No. 2, pág. 33, 1899.
Debido a la ofrenda hecha en nuestro favor, estamos en situación ventajosa. El pecador, separado por el poder de Cristo de la confederación del pecado, se acerca a la cruz levantada y se postra ante ella. Entonces surge una nueva criatura en Cristo Jesús. El pecador es limpiado y purificado. Se le da un nuevo corazón. La santidad descubre que no tiene nada más que pedir. La obra de la redención implica consecuencias difíciles de concebir para el hombre. Había que impartir a los seres humanos que luchaban por conformarse a la imagen divina un bosquejo de los tesoros celestiales, una excelencia de poder que los pusiera por encima de los ángeles que nunca cayeron. La batalla se había librado, se había ganado la victoria. El conflicto entre el pecado y la justicia exaltó al Señor del cielo, y reafirmó delante de la familia humana salvada, delante de los mundos no caídos, delante de las huestes de malhechores, la santidad, la misericordia, la bondad y la sabiduría de Dios.-GCB T4, No. 4, pág. 33, 1899.